Las vigas antiguas que rescatamos de edificios centenarios en demolición de la trimilenaria ciudad de Cádiz nos han acompañado desde nuestro origen y son nuestro santo y seña.

Tuvimos la suerte de conseguir un lote suficientemente amplio y de formato y color similar como para diseñar una colección de tamaño razonable en torno a ella. Tratando de mantener intacta la “piel” (skin en inglés) que han acumulado estas vigas desde que se empezó a construir la sede de la Embajada Británica en 1750, a cuyo esqueleto pertenecen, homenajeamos a todas las personas y personajes a los que ha dado techo tal majestuosa edificación durante 3 siglos.

Es complejo fabricar con maderas tan irregulares e imperfectas, y así hemos evitado alardes con las formas y los ensambles. Hemos revestido sutilmente las rudas superficies para que resulten seguras y agradables al tacto, sin perder un ápice de autenticidad.